El Escribidor.

domingo, 17 diciembre 2006

«Los Infiltrados»

Filed under: Posts de Pelicula(s),Scorsese — Miguel A. Labarca D. @ 11:25 am

Leo haciendo de Bob y Jack haciendo de Jack.

Le tengo un cariño especial a Scorsese. Debe ser porque en los tiempos del Errol’s, cuando el panorama de la tarde podía ser juntar plata con un vecino y caminar varias cuadras bajo el sol para arrendar un VHS viejo y parchado, las películas de Scorsese eran un oasis de calidad, emoción, seriedad y adultez en medio de Pesadillas, Robocops y Gremlins. En ese contexto vi «Taxi Driver» y las películas nunca volvieron a ser lo mismo para mi. Y en ese contexto -lo recuerdo muy bien, en casa de Alejandro, después de la piscina, con Ignacio, los tres amigos- vi «Buenos Muchachos» y entendí que el cine no era un arte para la vista, como la pintura, sino un arte en el tiempo, como la música. Esa película entera era una inmensa obra de percusión y mirándola daban ganas de hacer un solo de batería en el aire. Y después «Casino», «Cabo de Miedo» y al final, ya en DVD, «Toro Salvaje». La devoción completa por el padre y el hijo, distintos pero indivisibles. Martin y Robert, Robert y Martin. Gracias por los eternos favores concedidos.
Por eso uno después no es objetivo y está dispuesto si no a perdonar, por lo menos a sonreir con condescendencia con éste Scorsese viejo que ya no marca ninguna tendencia, que cambió al rudo de DeNiro por DiCaprio que aunque fonéticamente parecido no es rudo, sino que niñita, aunque haga una escena de cárcel con tatuajes y musculitos de tres meses de gimnasio.
Whatever. Igual Scorsese tiene momentos en que vuelve a ser él, en medio de momentos en los que es cualquiera (cualquiera bueno, pero cualquiera). Para mi sobretodo vuelve a ser él en las elipsis, en los montajes rápidos, intencionalmente desordenados en los que música, imágenes e historia vuelven a ser una sola cosa y un leve cosquilleo recuerda a las ganas de tocar batería en el aire.
Sí «Los Infiltrados» hubiese estado dirigida por John Smith, todos estaríamos pendientes de quién es ese director nuevo que filma con tantas ganas y que, pese a sus pifias, recuerda tanto a Scorsese. Pero como es Martin y todos, con o sin reconocerlo, amamos en algún momento a Martin, la opinión se divide entre los que lo quieren tanto que le perdonan todo y los otros, los que lo quieren tanto que ya no le perdonan nada. Los Infiltrados es una buena película de acción, pero una regular película de Scorsese. Aunque comparada con Pandillas o El Aviador sea algo así como una resucitación o el minuto final de lucidez antes de la muerte.
Parte de la confusión, los ripios y los momentos pegados con saliva que ensucian «Los Infiltrados» pueden tener que ver con un guión demasiado «reloj-suizo» para el bueno de Martin. Más que relojo suizo, el guión es un rompecabezas koreano, un remake de una película llamada «Asuntos Infernales» que no he visto, pero que me muero por ver y que estira las posibilidades de la verosimilitud hasta que uno queda en la duda si salir enojado sin creer nada o salir de rodillas creyéndolo todo. Pero las buenas películas de Martin no son relojes suizos. Son saltos hacia delante de la mano de los personajes, pero entrando y saliendo en historias que corren más o menos libres de mecánicas, vueltas de tuercas y finales sopresa.
Creo que un guión como el de «Los Infiltrados» solo puede funcionar en el contexto de una película que desarrolle un mundo aparte. Un mundo con reglas propias en el que todas las improbabilidades de la trama sean inevitables partes del rayado de cancha. Es lo que logra a la perfección una película como «Old Boy» (a falta de un ejemplo mejor). Una película que es desde todo punto de vista distinta, irreal y paralela.
El no lograr éste paralelismo es el principal pecado de «Los Infiltrados». Martin, mal que mal, es un director realista, casi costumbrista muchas veces. El encargo de «Los Infiltrados» tenía mafia y tenía violencia, pero tenía irlandeses en vez de italianos y tenía fantasía en lugar de calle. No era la pelìcula correcta para el bueno de Martin.

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