El Escribidor.

sábado, 30 diciembre 2006

El tema del verano.

Filed under: Posts de la vida.,Posts Linkeados. — Miguel A. Labarca D. @ 10:25 am

Ahora el tema es año nuevo. Pero desde el próximo martes, el tema pasará a ser las vacaciones, las playas, los móviles en La Serena, la reina del festival y los cientos de turistas. Yo me quedaré en Santiago, pero no es malo. Había un cuento que me hicieron leer en el colegio: «No Veraneo». Era un cuento humorístico como de principios de siglo de un tipo que decidía veranear y le ocurría desgracia tras desgracia (en el campo, porque imagino que en ese tiempo no habían matinales con móviles en La Serena). La conclusión de él era precisamente «no veranear», porque veranear era precisamente perderse la mejor época de Santiago. Santiago vacío, con fruta barata y con menos gente trabajando, pero trabajando contenta, relajada, dispuesta a hablar con tranquilidad y a gastar la plata de sus empresas con generosidad en películas y otras cosas lindas. Y al sumarle un trabajo con pisicina en el jardín y donde puedes ir en chalas y bicicleta, la idea me dejaba al borde de estar contento.
Para completar mi felicidad, llego éste comercial argentino que pillé en el cable a la pasada y que, obviamente, ya estaba en Youtube. Es un comercial, pero es mucho más que eso. Es una reflexión sobre la estupidez humana fomentada por las empresas de consumo masivo, periodistas de matinales y todos nosotros. La comodidad y falta de imaginación que convierte cualquier fecha en un concepto preformateado que muchas veces no tiene que ver con la realidad, pero aceptamos como real. Navidad: pascua feliz para todos, nieve, renos, viejo pascuero. Fiestas patrias: volantines, fondas, empanadas, antiácido. Y así también con el verano: arena, playa, bikinis y… el Tema del Verano.
Recuerdo una conversación hace como tres veranos. En Rapel, en casa de Julius, que me había generosamente invitado. Conversábamos que todos los hits veraniegos-pachangosos son iguales. Un estribillo en doble sentido: «el caramelo», «el jamón», «la antena parabólica». Y siempre tenían meneo e instrucciones para bailar, etc.
Lo genial del comercial es que como El Quijote o todo lo verdaderamente genial es al mismo tiempo una parodia y el objeto mismo de su parodia. Se ríe de los comerciales veraniegos, pero es un comercial veraniego fantástico (y de una inmensa empresa). Y se ríe de los temas del verano, pero es al mismo tiempo el mejor tema del verano en décadas y estoy seguro que en Punta del Este lo escucharás en todos lados. Es abrazar el barro con amor hasta producir una perla.
Con ustedes, el tema del verano.

domingo, 24 diciembre 2006

Es que nadien trabaja.

Filed under: Posts de la vida.,Profesiones — Miguel A. Labarca D. @ 5:30 pm

Calurosa y osciosa navidad. El dibujo es de Luis Freitas.

Ser productor es asumir y abrazar las imperfecciones del mundo. Si el mundo fuera perfecto y todo el mundo hiciera lo que debe en el momento que debe, nadie necesitaría productores, ni gerentes, ni mucho menos consultores. Pero como el mundo es un triste borrador de lo que debiera, entonces uno puede ser productor y vivir de decirle a la gente que haga lo que ya sabe que tiene que hacer pero que necesita que le digan para hacerlo.
Y el problema de cualquier productor al aproximarse navidad, o año nuevo, o fiestas patrias, es que en éstas fechas Chile entra en un proceso de gradual «preparación» para las fiestas. Un proceso concertado, subterráneo, subdesarrollado y malévolo de inactividad colectiva.
Porque está bien que tengamos feriados. Y están bien las vacaciones. Pero ya una semana antes de navidad, la gente deja de contestar los teléfonos, evita las reuniones y te advierte que mejor no les mandes el diseño, «porque el viernes trabajamos hasta medio día entonces no va a haber nadie para recibirlo así que mejor mándelo el martes…»
Y el problema no tiene solución, porque se le aplica aquello del cálculo llamado límite. En el límite del feriado, el trabajo tiende a cero. Si diéramos el viernes libre, el jueves en la tarde todos estarían bajando cortinas.
Al comienzo traté de resistirme, no es que sea trabajólico, pero si no puedo decirle al resto que trabaje, entonces definitivamente sólo me queda comerme las uñas y respaldar archivos. El jueves en la tarde fingí ignorancia. Planifiqué cosas para el día siguiente. Llega el DVD, lo vienen a buscar, mandamos el CD a la imprenta, revisamos la nueva versión, mandamos la orden de compra y todo rápido, coordinado y cortando el teléfono al tiro para que no tuvieran tiempo de alegar nada. Pero el viernes en la mañana yo estaba sólo mi témpano laboral en medio del trópico festivo. Decidí rendirme cuando Priscilla entró a recordarme que a medio día había que estar listo para el asado y el intercambio de regalos. Como, naturalmente, a mi se me había quedado el regalo del amigo secreto en la casa, a las once apagué el computador y volví a a buscar el regalo, maldiciendo en cada pedaleo como grinch furioso.
A las doce volví resignado, regalo en mano, lentes de sol, gorrito, hambre acomulada y sed lista. Pero la casa-productora estaba vacía, sólo Cristián, mi jefe, sentado en la terraza tomando una Bilz. Fui a la cocina y Priscilla molía palta. Cristián, resignado, comenzó a picar tomate meticulosamente. Yo me di vueltas, moví algunas sillas, lavé un vaso y revolví el lomito, aguantándome, tratando de contenerme. Pero fue inevitable, tuve que preguntar:
– Oye, Priscilla… ¿Hay algo para tomar acá?
Priscilla me miró sorprendida, al borde de la indignación, pero también se contuvo:
– En el refrigerador -me dijo señalando el armatoste electrificado con antiguedad suficiente para ser frigidaire.
Saqué una Escudo y me la llevé a la terraza, con un vaso plástico de cumpleaños. Rato después, disimulada y dignamente, Cristián me siguió. Con otro vaso plástico.
Cuando a las tres de la tarde abrimos los regalos, devoramos los lomitos y el alcohol y el humo cundieron como correspondía, Andrés, mi otro jefe, se rió contando que Priscilla me había acusado.
– Su trabajador llegó y sacó una cerveza -le había dicho.
Sonrojado y medio ebrio, traté de excusarme:
– Me dijeron que el asado comenzaba temprano -dije-. Y a las doce no había nadie, así que saqué la cerveza para esperarlos. No había nada más que hacer.
Andrés me miró, ya menos divertido.
– ¿Y trabajar? ¿Nunca se te ocurrió?

miércoles, 20 diciembre 2006

El verano en el fondo de mi cabeza.

Filed under: Posts de la vida. — Miguel A. Labarca D. @ 6:27 pm

Huelen mejor en persona.

El verano en el mero fondo de mi cabeza tiene más que ver con sensaciones a la pasada -como casi todo en el mero fondo de la cabeza de cualquiera- que con cuadros perfectos de comercial de cerveza.
Para mi el verano comienza oficialmente cuando entro a la cocina un día cualquiera y siento olor a duraznos. Hace mucho tiempo que me di cuenta que la fruta no debe elegirse por color tamaño, o precio. El olor de un nectarín, de una chirimoya o de un blanquillo, sobretodo de un blanquillo, anticipan lo que vendrá después, como la forma de mirar o hilar las ideas anticipan lo que pasará con alguien recién conocido.
Eso con las frutas. El resto es con los pies. Tengo malos pies, anchos y planos como gualetas de pato. No puedo correr una maratón como nigeriano; por muchísimo menos me quejo al acostarme. Pero caminar un poco a pie pelado es volver muy atrás en la memoria con unos pocos pasos.
Ahora trabajo en una casa amplia, antigua y oscura. Aunque claro, bastaría decir antigua, lo demás viene en el paquete. La casa antigua tiene piso de tablas. Pero no de los pulcros, brillantes y parejos pisos flotantes de ahora. Me refiero a tablas de verdad, de esas que hay que encerar, de esas que tienen clavos, nudos y arrugas.
Caminar a pie pelado por las tablas del pasillo fue volver al pasillo de mi casa en Ñuñoa, que era igual de oscuro y encerado, y se sentía igual de fresco y calmo bajo los pies el día de verano en que tomé un lápiz y caminé rayando la muralla una y otra vez, caminando a pie pelado sobre las tablas, con una sonrisa de tres años, futuro esplendor y atrevimiento de navegante.
– Qué hiciste, Miguelito -dijo mi mamá cuando encontró su casa rayada de extremo a extremo.
Yo la miré con la paciencia que debe tener cualquier niño para contestar preguntas obvias con respuestas simples e irrefutables:
– Un río -dije simplemente.

domingo, 17 diciembre 2006

«Los Infiltrados»

Filed under: Posts de Pelicula(s),Scorsese — Miguel A. Labarca D. @ 11:25 am

Leo haciendo de Bob y Jack haciendo de Jack.

Le tengo un cariño especial a Scorsese. Debe ser porque en los tiempos del Errol’s, cuando el panorama de la tarde podía ser juntar plata con un vecino y caminar varias cuadras bajo el sol para arrendar un VHS viejo y parchado, las películas de Scorsese eran un oasis de calidad, emoción, seriedad y adultez en medio de Pesadillas, Robocops y Gremlins. En ese contexto vi «Taxi Driver» y las películas nunca volvieron a ser lo mismo para mi. Y en ese contexto -lo recuerdo muy bien, en casa de Alejandro, después de la piscina, con Ignacio, los tres amigos- vi «Buenos Muchachos» y entendí que el cine no era un arte para la vista, como la pintura, sino un arte en el tiempo, como la música. Esa película entera era una inmensa obra de percusión y mirándola daban ganas de hacer un solo de batería en el aire. Y después «Casino», «Cabo de Miedo» y al final, ya en DVD, «Toro Salvaje». La devoción completa por el padre y el hijo, distintos pero indivisibles. Martin y Robert, Robert y Martin. Gracias por los eternos favores concedidos.
Por eso uno después no es objetivo y está dispuesto si no a perdonar, por lo menos a sonreir con condescendencia con éste Scorsese viejo que ya no marca ninguna tendencia, que cambió al rudo de DeNiro por DiCaprio que aunque fonéticamente parecido no es rudo, sino que niñita, aunque haga una escena de cárcel con tatuajes y musculitos de tres meses de gimnasio.
Whatever. Igual Scorsese tiene momentos en que vuelve a ser él, en medio de momentos en los que es cualquiera (cualquiera bueno, pero cualquiera). Para mi sobretodo vuelve a ser él en las elipsis, en los montajes rápidos, intencionalmente desordenados en los que música, imágenes e historia vuelven a ser una sola cosa y un leve cosquilleo recuerda a las ganas de tocar batería en el aire.
Sí «Los Infiltrados» hubiese estado dirigida por John Smith, todos estaríamos pendientes de quién es ese director nuevo que filma con tantas ganas y que, pese a sus pifias, recuerda tanto a Scorsese. Pero como es Martin y todos, con o sin reconocerlo, amamos en algún momento a Martin, la opinión se divide entre los que lo quieren tanto que le perdonan todo y los otros, los que lo quieren tanto que ya no le perdonan nada. Los Infiltrados es una buena película de acción, pero una regular película de Scorsese. Aunque comparada con Pandillas o El Aviador sea algo así como una resucitación o el minuto final de lucidez antes de la muerte.
Parte de la confusión, los ripios y los momentos pegados con saliva que ensucian «Los Infiltrados» pueden tener que ver con un guión demasiado «reloj-suizo» para el bueno de Martin. Más que relojo suizo, el guión es un rompecabezas koreano, un remake de una película llamada «Asuntos Infernales» que no he visto, pero que me muero por ver y que estira las posibilidades de la verosimilitud hasta que uno queda en la duda si salir enojado sin creer nada o salir de rodillas creyéndolo todo. Pero las buenas películas de Martin no son relojes suizos. Son saltos hacia delante de la mano de los personajes, pero entrando y saliendo en historias que corren más o menos libres de mecánicas, vueltas de tuercas y finales sopresa.
Creo que un guión como el de «Los Infiltrados» solo puede funcionar en el contexto de una película que desarrolle un mundo aparte. Un mundo con reglas propias en el que todas las improbabilidades de la trama sean inevitables partes del rayado de cancha. Es lo que logra a la perfección una película como «Old Boy» (a falta de un ejemplo mejor). Una película que es desde todo punto de vista distinta, irreal y paralela.
El no lograr éste paralelismo es el principal pecado de «Los Infiltrados». Martin, mal que mal, es un director realista, casi costumbrista muchas veces. El encargo de «Los Infiltrados» tenía mafia y tenía violencia, pero tenía irlandeses en vez de italianos y tenía fantasía en lugar de calle. No era la pelìcula correcta para el bueno de Martin.

miércoles, 13 diciembre 2006

La inmensa y silenciosa mayoría.

Filed under: Posts de la vida. — Miguel A. Labarca D. @ 8:30 am

¿Qué ve usted? ¿Diferencias o semejanzas? Yo... yo veo una foto vieja.

Muere Pinochet y en las noticias se ve un país partido en dos. Homenajeado como Papa en Escuela Militar, celebrada su muerte con champaña, bailes y banderas un poco más abajo. Y la gente que saca la voz, grita en la tele, canta segundas estrofas y rompe cosas parece habitar el mismo país que nosotros. El mismo país de las noticias, el mismo país de hace 30 o 40 años.
Pero la inmensa y silenciosa mayoría no habita ya ese país. La inmensa y silenciosa mayoría se queda en sus casas mirando perpleja la locura allá afuera. La inmensa mayoría conversa del tema al almuerzo del día siguiente, con distancia y extrañeza. Con una opinión, pero sin pasión ni odio.
Quiero pensar que la inmensa y silenciosa mayoría entiende que Pinochet no es tema. Que los que alguna vez fueron sus defensores se rindieron a la evidencia. A la evidencia de que nada justifica los abusos. Abusos que empezaron con un golpe de estado -quién espera un golpe pacífico- pero que continuaron sin justificación por muchos años más: inutil, cobarde y cruelmente.
Quiero pensar que los que aún así no se convencieron, terminaron de convencerse cuando el último argumento, la última justificación, la última trinchera moral voló en mil pedazos con las cuentas del Riggs. Y no se trata de que el robo sea más grave que la sangre, como dicen muchos. Se trata de que el robo es injustificable. Ante la sangre se puede alegar ignorancia o se puede alegar necesidad. Todos debemos admitir que SI se ha derramado sangre por buenas causas. Quien mata a nombre de algo siempre puede decir: «me equivoqué, pero pensé que estaba haciendo lo correcto». El asesino siempre puede reclamar buena Fe. El ladrón, en cambio, revela su verdadera cara: su mezquindad, su falsedad y su pequeñez.
Quiero pensar que la inmensa y silenciosa mayoría entiende que no acaba de morir un dictador. Acaba de morir un EX dictador. Pinochet ya no dictaba nada, ya no influía en nada, ya no cambiaba nada. Como Honecker, cuando llegó a vivir a La Reina, a dos cuadras de mi casa, Pinochet era un pobre viejo, una enferma y arruinada carcaza de hombre público, como muy bien dijo Villegas. Si Pinochet hubiese muerto hace 20, 10 o 5 años se entendería la gente en las calles, la controversia, la discusión. Que haya pagado o no con cárcel es histórica y moralmente irrelevante. Pinochet, en vida, fue juzgado y condenado. Un tipo que se soñó como héroe se vé a si mismo reducido a nada, odiado por el mundo, negado una y mil veces por todos sus apóstoles. Si eso no es perder, entonces qué es perder. Si como enemigo eso no te basta, entonces qué clase de enemigo eres, qué clase de triunfador eres. Si tener la justicia, la razón y la moral de tu lado no te dan la paz, entonces la justicia, la razón y la moral eran excusas, lo que realmente te movía era el odio y lo que realmente te hubiera dejado contento hubiera sido la venganza. Torturar al enemigo tal como él te torturó. Y eso, a mis ojos, te pone en el mismo plano que el torturador y el asesino. Si odias lo mismo, si estás dispuesto a llegar igual de lejos, eres igual de asesino, eres igual de malo, eres solamente un asesino con mala cueva, un asesino sin armas, un asesino impotente.
Quiero pensar que la inmensa mayoría aprendió la lección. Porque si hay alguna lección que aprender de los últimos cuarenta años en Chile y del último siglo en el mundo es que los excesos, las intransigencias, la polarización y las cabezas calientes siempre terminan con con golpes, dictaduras, kamikazes o bombas atómicas.
Dicen que no hay que olvidar las lecciones de la historia. Y yo no quiero olvidar. No quiero olvidar que la filosofía de las marchas, de los puños en alto, del avanzar sin transar y de fusilar sin preguntar es la verdadera culpable de lo que pasó en Chile. Es iluso, infantil, irreal, pensar que Pinochet inventó algo. Pinochet fue solo el nombre del tipo al que le tocó hacer lo que cualquier otro hubiera hecho un poco antes o un poco después. Si hubiese sido otro, probablemente estaríamos contando los mismos (sino más) muertos. Y nadie sabe que hubiera pasado con la economía, la sociedad y el futuro. Porque todos sabemos que la apertura y liberalización económica no fueron obra de Pinochet sino de un grupito de civiles que también podrían haber sido llamados por el general Pérez, Soto o García. Pinochet, como la inmensa mayoría de los hombres, fue sólo un títere de su tiempo. Un mono porfiado de un mundo en el que todo el que todos querían pegar el primer combo.
No hay que olvidar las lecciones de la historia, dicen. Y yo no quiero olvidar que gente como la que chillaba frente al hospital militar era la que hace treinta años le tiraba trigo a los mismos militares. La que después se reía diciendo «que los maten a todos» sin nunca haberse tenido que ensuciar un zapato. Y la que durante muchos años se negó a creer, miró para el lado, cambió y ocultó información de lo que realmente estaba pasando.
No hay que olvidar las lecciones de la historia, dicen. Y yo tampoco quiero olvidar que gente como la que ondeaba banderas rojas en plaza Italia era la que hace treinta años (y aún hoy, por Dios, aún hoy) defiende ideas basadas en el odio, en la lucha de clases, en la intransigencia y en la imposición de utopías (añejas, acabadas, inútiles) por la fuerza. Gente que en pocos meses hará malabares verbales para explicarnos que Fidel Castro, en el fondo, es dictador, pero no tanto. Gente que se llenó la boca de palabras como «lucha armada» o «dictadura del proletariado», pero que cuando vieron lo que lucha y dictadura eran realmente corrieron a esconderse, lloraron y miraron para el lado dejando que los pobres y bien intencionados tontos que realmente tomaron el cuento en serio murieran como moscas.
No hay que olvidar las lecciones de la historia. Y me alegra pensar que la mayoría las ha aprendido. La gran mayoría que se queda en su casa mirando perplejos los gritos de afuera. La mayoría de la concertación que, teniendo razones para odiar y gritar guarda silencio. La gran mayoría de derecha que ya no trata de justificar lo injustificable. Y sí, seguro, de lado y lado las gritonas minorías nos acusarán de inconsecuentes, vendidos, traidores y tibios. Pero, ¿saben qué? Estoy orgulloso de pensar y contar hasta diez. Orgulloso de entender que el mundo no está partido en dos y que la vida no siempre tiene que ser una batalla. Orgulloso de no querer vivir en el pasado. Orgulloso de tratar de detener el péndulo del odio. Estoy orgulloso de pertenecer a la inmensa y silenciosa mayoría que, simplemente, quiere vivir en paz.

jueves, 7 diciembre 2006

FATALITY

Filed under: Mis VIDEOS — Miguel A. Labarca D. @ 10:39 pm

FATALITY fue el primer corto que hice. El año 2002, antes de que Kill Bill tocara la misma tecla, pero bien tocada.
Como era primera vez que tomaba una cámara, primera vez que editaba, primera vez que dirigía a alguien y primera vez que todo, se me ocurrió que debía hacer algo fácil. La idea de FATALITY se nos ocurrió con Ritch un sábado de madrugada en un local de Suecia. Ritch ha hecho karate toda su vida. Yo llevaba dos años y era cinturón amarillo. En algún momento se me ocurrió preguntarle si el creía que alguien que fuera muy bueno para jugar mortal kombat, podría aplicar las técnicas del juego en la vida real. Y pareció la perfecta idea tonta para que, si el corto quedaba malo, poder decir que hicimos todo fue una humorada. Por otro lado, si habían patadas y peleas… qué importaba que los actores no actuaran, que la cámara se moviera o que la mariposa estuviera tiesa? Asumimos desde el comienzo las limitaciones artísticas.
Lo que no calculé es que ese inofensivo guión de quince páginas se iba a transformar en un parto a nivel de producción. Mi Apocalipsis Now personal. Locaciones prestadas que necesitaban volver a usarse por ineptitud del director. Y sólo las podían prestar en dos meses más… y yo que me sentaba a esperar como monje zen a que las prestaran de nuevo. Y por mientras tomas, retomas y requetetomas. Y los amigos que hacían de extras que ya no querían volver a levantarse temprano y los amigos que hacían de actores que no querían cortarse el pelo ni volver a pegarse patadas.
Pero aprendí lo que tenía que aprender. Lloramos y reimos lo que teníamos que llorar y reir. Y aprendí de edición, porque la edición, la soledad de mi Pentium III y el Premiere 6.0 de madrugada era lo único, lo único que podía arreglar las embarradas, tentadas de risa, horrible sonido y continuidad inexistente del rodaje. Por eso fue inesperado, increíble y maravilloso ganar el premio al mejor montaje en lo que fue, historicamente, la primera aparición pública de Mitch Gómez.
La primera versión tenía cuarenta minutos y era insufrible. Tenía planos eternos de el sol en los árboles y el pendejo caminando por la calle. Cosas que, ahora entiendo, hubiesen sido notables en 35 mm. y en una película «seria», pero que eran vomitables en un corto en video, con amigos, patadas y gatos bonsai.
La versión que está arriba tiene 21 mintuos y -creo- se deja ver.
Tal vez Fatality se adelantó a su tiempo. Ahora que lo pienso, fue, desde el comienzo, una película para Youtube.
Espero que les guste y/o les traiga buenos recuerdos.

Abajo, la premiación del Festival Arcos 2003, en el Cine Hoyts, primera aparición pública de Mitch Gómez recibiendo el premio a nombre de Mitch Gómez que no podía estar presente para recibir el premio… algo así.

miércoles, 6 diciembre 2006

Animación con todo el corazón (o parte de él, por lo menos).

Filed under: Mis VIDEOS — Miguel A. Labarca D. @ 7:32 pm

Nos llamaron para hacer unas animaciones para la Teletón. Fue un trabajo apurado y por encargo, pero sirvió para mantener en forma al equipo de Animonitos y ver que la experiencia ha servido para que el trabajo fluya coordinado y sin mayores contratiempos.
La lata fue que las famosas animaciones apenas salieron en pantalla. Así que se las muestro acá.
Los dibujos son de Rodrigo López, la animación de Julio Pot, el vectorizado y los colores de Nai Pérez. Yo sólo los llamé por teléfono y me puse de acuerdo con Rondamón (creador de todo ésto) para darle en el gusto al cliente con todos esos detallitos que sirven para darle el gusto al cliente: que se vea la marca, que se vea la marca y que se vea la marca.

Teletín Donación:

Teletín Cómputo:

lunes, 4 diciembre 2006

«El Gran Truco»

Filed under: Chistopher Nolan,Posts de Pelicula(s) — Miguel A. Labarca D. @ 4:20 pm

Scarlet y uno de los magos peleadores

No había tenido tiempo de comentarla, pero la vi hace semanas. Además de tincarme, era casi una tarea, porque con Ritch pensamos escribir una película sobre un mago. Es una idea que Ritch tiene hace tiempo y me la logró «vender» por completo. Nuestro mago es chanta, chileno y contemporáneo, no como los super-magos que se nos vienen en cine, pero igual son sorprendentes las sincronías de la vida…
Chris Nolan es un director para el hemisferio izquierdo. Y, hay que decirlo, es un hemisferio venido a menos, por lo menos en el cine. En realidad no, el público lo sigue usando, pero mis amigos cineastas y mis a veces amigos jurados de concursos creen que el razonamiento pasó de moda y buscan intuición, imágenes, minimalismo, vida misma, transcurso del tiempo y planos largos. Parafraseando a Hermes, yo puedo decir que todas aquellas cosas son magníficas, tan magníficas, que cuando uno se despierta con los créditos finales se tira los pelos de rabia por haberse perdido todo aquello. Y es que todo aquello es muy lindo, pero algunos todavía vamos al cine con la infantil espectativa de que nos dejen con la boca abierta. De sorpresa, de emoción, de desconcierto. Casi nunca pasa, es cierto, porque el cine, como buena droga, tiene tolerancia. Pero como buenos adictos, no perdemos la esperanza de volver a sentir lo mismo.
El problema es que Nolan, muchas veces, se va al chancho. Es como esos adolescentes talentosos que aburren a sus compañeros con solos de guitarra eternos en las tocatas del colegio. Tendrá que pasar un tiempo para que entiendan que ya dejaron claro que saben tocar, que ahora deben preocuparse de el todo.
El Gran Truco parte fantástica. Y sigue fantástica. En ambas acepciones de la palabra. Género y calidad. Pero tiene uno de esos finales Shymalayanos que dividen al público en dos. O lo amas o lo odias. O sea, en realidad tiene DOS sorpresas finales (excesivo, les dije). Una es maravillosa. Pero la otra es mula. O magnífica, según el espectador. Para mi fue tan mula que pensé que no había entendido algo. Salí del cine y llamé a Ritch para que me explicara. Él, feliz, me explicó lo que yo había creído, pero que no quería creer… y era eso. Un as dentro de la manga. Después lo conversé con Dunga y también le había encantado.
No voy a decir que el final me arruinó la película. Igual la recomiendo, véanla si les gustan las películas fantásticas-puzzle. Pero me sobró. Me sobró en el contexto de la película, aunque, la idea fuera buena. Ponerla en una película que ya era buena sin ella fue un exceso más de Nolan. Como un largo y enredado solo de guitarra.

sábado, 2 diciembre 2006

«El Fin del Mundo» (y se siente bien)

Filed under: Posts de la vida.,Posts de Pelicula(s),Rodríguez Matte — Miguel A. Labarca D. @ 9:00 am

Ayer nos enteramos, vía periodista perdida llamando a mi celular, que el proyecto de Hernán Rodríguez Matte (lo recordarán de «Benito» en la Zona de Contacto aunque también es un renombrado guionista) con nombre probable de «El fin del mundo» resultó favorecido con los fondos de CORFO de desarrollo de proyectos para Cine.
No sólo es bueno porque es un proyecto jugadísimo que, de resultar bien, podría ser una película de culto automático, sino que también es bueno porque MAP es la productora que decidió apoyar a Hernán y yo soy el productor que sufrió leyendo bases, llenando informes y juntando documentos para CORFO.
Como ya lo comenté en éstas páginas, la vida del productor ejecutivo es dura, pero tiene sus recompensas. Obviamente uno publica todos los éxitos y masca en soledad los fracasos. Lo que podría llevar al lector desprevenido a pensar que todo es tirar y abrazarse, coser y cantar. Y no lo es.
Sobretodo porque ganar Corfo, es el comienzo de un camino muy largo. Como aprendí en Animonitos, Corfo, con sus rendiciones, que al comienzo a uno le parecen eternas y burocráticas, al final obliga a aterrizar los proyectos, poner las ideas en papel y las especulaciones en números. Y aquello es una lata, pero la lata más necesaria del mundo si quieres hacer algo que involucre a alguien más que ti mismo.
Les iré contando como van las cosas con éste nuevo proyecto. Hernán tiene la política del silencio, así que, hasta que eso cambie, no les podré adelantar nada de la historia, el elenco o el equipo, pero les diré que ésto será cualquier cosa menos típico o aburrido. Si tuviera que buscar una palabra, esa sería sorprendente.
He andado flojo para escribir. Prometo retomar el hilo. Voy a postear algunos videos y contaré en más detalle de el proyecto de distribución que me tiene en Retaguardia.

(Para los perdidos que son mayoría, el video es la escena final de Dr. Strangelove, peli de Kubrick que Hernán citó en la defensa del proyecto ante el jurado de Corfo. Iba a poner una foto, pero ¿para qué… si hay youtube?)

Crea un blog o un sitio web gratuitos con WordPress.com.