El Escribidor.

miércoles, 30 noviembre 2005

La increíble y hermosa historia de la doctora amigable, el gato hospitalario y el documentalista triste.

Filed under: Posts de la vida. — Miguel A. Labarca D. @ 4:27 pm



Andrea es sanamente infantil para sus cosas. Además de trabajar todo el día con niños, tiene una pueril inclinación hacia los animalitos, los cumpleaños y la navidad. Yo no soy Scrooge, pero debo admitir que me gusta más el año nuevo; incluso fiestas patrias… sin fondas, eso sí. Pero en los animalitos coincidimos. Ambos somos de la clase de tontos que se detienen a conversar con los gatos de panderetas y son terriblemente felices cuando un pulgoso cualquiera los sigue dos cuadras. (more…)

martes, 29 noviembre 2005

Lunes femeninos.

Filed under: Posts de la vida. — Miguel A. Labarca D. @ 3:42 pm


Ayer volví como a las nueve de la noche a mi departamento sólo para encontrarlo invadido. Las risas se escuchaban desde el ascensor y cuando entré con mis llaves, el único que salió a recibirme fue Mini-me (AKA Gato)
La casa estaba tomada por cinco mujeres que habían ido a hacer un trabajo de la beca con Andrea, mi señora ante la patria, Dios y la Universidad. De trabajo la cosa tenía poco. O tenía mucho, si nos remontamos a esos trabajos del colegio que duraban toda la tarde y eran una excusa para comer pan con palta, hacer pitanzas y reír hasta el ahogo. Andrea tecleaba su laptop en la mesita chica y las niñas, promediando los 30, se reían como si tuvieran la mitad de edad. Saludé, amablemente, pero luego, asustado y cohibido, partí con el gato, asustado y nervioso, a refugiarme en la cocina. (more…)

lunes, 28 noviembre 2005

Samir tose sangre.

Filed under: Posts de la vida. — Miguel A. Labarca D. @ 3:08 pm


El Viernes pasado hablé de Fatality y publiqué una foto de Samir Nazal metiendo un gato dentro de un frasco. "Gato Bonsai, arte milenario," es la explicación del sensei cuando es interrogado por su discípulo de pocas luces.

¿Quién es Samir? ¿Cómo diablos actuó en un corto de artes marciales de bajo presupuesto? ¿Cómo lo conocí y cómo lo convencí? ¿A quién puede importarle?

Si yo fuera Tim Burton, Samir sería mi Vincent Price. Mi Brando si fuera Coppola o mi propio Murray si fuera Wes Anderson. Mi propio Melquíades sin astrolabio. Comparaciones buenas… y que realmente nos gustaría que fuesen verdad. Pero probablemente lo nuestro, como dice Rondamón, es una dupla chilenizada de Lugosi y Edward D. Wood Jr.

A Samir, maestro de poetas y sobreviviente de opresiones y cataclismos lo conocí, irónicamente, estudiando Ingeniería Comercial. Un centro de alumnos disperso y emprendedor decidió financiarnos un taller literario a los cinco gatos que escribíamos o, mejor, tratabamos de escribir cosas distintas a los resúmenes de economía o maketing.

Samir enamoró instantáneamente a las lindas y fervorosamente católicas chicas que asistían al taller tratando de cultivar las buenas artes de futuras esposas lectoras, sedujo con su sonrisa bonachona a los aspirantes a Huidobritos y Nerudillas malos para los versos, pero despertó de inmediato mis sospechas de prosista y narrador intransigente. De adonde había salido éste viejo sonriente y bonachón, incapaz de hacer una sola crítica a los adefesios lenguísticos que leíamos con los ojos empañados.

Eso hasta que lo vi jugando de local. Tuve que ascender en la oscuridad al purgatorio. Tres pisos de infernales escaleras en el barrio toesca para llegar a la madriguera se Samir: luz tenue, mucho humo, humedad, vino en caja, el Che, Marilyn en pelota, dibujos varios y recortes variopintos en las paredes. Rodeando al maestro; los verdaderos poetas: los alcohólicos, los tartamudos, los travestis. En un rincón, asustadísimas, las niñas lindas de la Católica. En el centro, el maestro. Fumando y tosiendo en el limbo de la borrachera, riendo de verdad y deteniendo al poeta que desgarraba sus entrañas y las exhibía doliente ante nuestros anchamente abiertos de novillos literarios: "Sabes que más, me muero de lata. ¡Me aburrí! Me cansé de los Baudelaires de estación Mapocho… qué pase el siguiente." Ahora si que nos estamos entendiendo, pensé casi en voz alta… Qué es literatura, Samir… y tú me lo preguntas… literatura eres tú.

Desde entonces lo adopté como maestro por la fuerza. Le llevé mis cuentos que leyó y marcó incansablemente. "Dices las cosas bastante bien," decía. "El problema es que no tienes nada que decir." Ahora entiendo la crítica, pero es un mal generacional. Pero entonces seguí insistiendo. Samir tarjaba y tarjaba adejetivos y me presentó a Hemingway. Y aprendí de él. Mucho.

Fatality fue la guinda en el postre de nuestro idilio creativo. Samir hizo un triple papel. Como Franco, dueño de los video juegos con una peluca negra horrorosa, como el ciego con abrigo en pleno enero y como el Sensei, el único papel que realmente le acomodó, tratando de usar metáforas para explicarle la naturaleza de la vida a un discípulo que realmente no entendía nada. Samir llegaba a las grabaciones trasnochado y el maquillador alegaba porque el alcohol en su transpiración despegaba las cejas falsas. Samir se olvidaba de los parlamentos y sobreactuaba como actor de teleseries. Pero ponía todo de su parte. Aguantaba al sol o parado en el frío. Conversaba con todo el mundo y era el único que no terminaba agarrándose (literalmente) a patadas (que quieren, eran artes marciales).

Con Fatality dejé de intentar literatura. Mucho y muy solitario esfuerzo para nosotros, apatotados y narcisistas mendigos de inmediatez y aplausos. Luego vino Kill Bill y le agradecí a Tarantino al coincidencia creativa y el haber hecho lo que quise, pero no pude. Después vino Play y me pregunté si Alicia Scherson había visto Fatality en algún festival. Porque la gratuita escena de la pelea no puede sino ser un secreto homenaje. Aunque a Samir nunca lo tuvo como maestro, eso es seguro. Y Samir siguió su carrera ascendente y fue la némesis de Ricardo Liaño en "Un hombre aparte" inmoral y soberbio documental/ficción que está en mi top 5 de pelis Chilenas. Y dejé de ver a Samir. A frecuentarlo cada vez menos y hacerme cada dos meses el firme e incumplido propósito de pasar a verlo uno de éstos días.

Ayer me llamó Ritch. Ex aspirante a poeta e hijo fiel de Samir; lo continúa viendo y ayudando. Ritch es el hijo fiel y yo soy el pródigo. Ritch va a cazar animales al monte y se los cocina. Yo me pongo mis pieles de cabrito y me quedo con la primogenitura. No importa lo que Ritch haga, Samir me quiere más a mi, al ingrato. Ritch me dijo que había comido con Samir y samir había tosido sangre. Estaba preocupado y yo también me preocupé. Andrea, por teléfono, lo tranquilizó. Era poca sangre, así que debe ser de nariz. Al cortarle a Ricardo, me quedé pensando. Tal vez es una advertencia y debo ir a ver a Samir. Andrea me dijo que no me sintiera culpable.

-No me siento culpable, yo tengo asumido mi egoismo – dije- sólo me arrepiento de no haber visto a Samir y pensar que puede morirse en cualquier momento.

-Eso es sentirse culpable -sentenció Andrea con sabia simplicidad.

Pude ser, pensé. Pero ésta semana voy sin falta a ver a Samir. Total, igual estará feliz de verme. Capaz que, en una de esas, hasta mate un cordero.

viernes, 25 noviembre 2005

Re-edición.

Filed under: Posts de la vida. — Miguel A. Labarca D. @ 2:56 pm


Un amigo me pidió una copia de FATALITY para exhibirla en un bar con onda. La copia debía estar en DVD, así que tuve que subir la edición original al PC para DVDearla. La tentación fue muy grande y comencé a re-editar. Logré bajar de 28 a 21 minutos. No deja de ser, considerando que mi primera edición duraba ¡¡¡38!!! Una de las mayores maravillas de la "revolución digital" es que cualquiera puede editar sus videos. Editar no es sólo una maravillosa escuela de cine, no es sólo el único espacio de la creación cinematográfica libre de la tiranía de la realidad y, en gran medida, del presupuesto. Es también una escuela de la vida. Menos es más, aunque cueste creerlo. En algún lugar de la piedra, descansa, escondida, la escultura. En algún lugar de los eternos minutos de tomas y retomas, descansa escondida la película perfecta. Y encontrarla es una lección de humildad y desprendimiento. A veces hay que desprenderse de las cosas superfluas. Pueden ser muy bonitas, pero si no hacen progresar nuestra historia, debemos sacarlas sin piedad. Como la historia que me contó mi profesor de karate sobre los colores de los cinturones. (more…)

jueves, 24 noviembre 2005

Las diferencias del humor.

Filed under: Posts de la vida. — Miguel A. Labarca D. @ 9:52 am


Los fanático de Les Luthiers son (somos) una secta discreta, pero fiel. Les Luthiers no salen en la tele, no desplazan toneladas de equipo ni llenan estadios. Pero ahí están, hace décadas, viniendo una vez al año y llenando teatros en varias funciones de fanáticos con un humor que de simple, puro, blanco y genial llega a ser inexplicable si no has tenido la suerte de tropezar con ellos y ver la luz. (more…)

miércoles, 23 noviembre 2005

November Rain

Filed under: Posts de la vida. — Miguel A. Labarca D. @ 4:11 pm


Gracias a Dios por la lluvia que limpia la basura de las cunetas.

martes, 22 noviembre 2005

Animales Inamibles.

Filed under: Posts de la vida. — Miguel A. Labarca D. @ 2:29 pm


Los Animonitos son cinco animales provincianos que llegan a vivir a la capital. Un huemul tonto, un pingüino tierno, un coipo ambicioso, un quirquincho "artista" y un lobo de mar cascarrabias serán nuestros amigos inseparables durante los próximos meses. (more…)

lunes, 21 noviembre 2005

«El Exorcismo de Emily Rose»

Filed under: Posts de Pelicula(s) — Miguel A. Labarca D. @ 10:09 am


Hace unos días, Olivares, amigo y lector del blog, criticaba mis críticas diciendo que no me las jugaba por nada. Que decía: ésta película es buena por esto, pero mala por esto. “Esa es la gracia de tener blog,” le dije. "Puedes explayarte y no tienes por qué simplificar, dictaminar o poner estrellitas. Si no te gusta, hace tu propio blog.” Pero a pesar de los descargos anteriores, hoy te daré en el gusto, Olivares. El Exorcismo de Emily Rose es mala. Mala y mula. Y no hay peros al respecto.
Alguien se preguntará por qué en una cartelera nutrida de buenas películas Mitch Gómez va a ver una sobre exorcismos fallidos que probablemente venía anunciadamente condenada. Creo que es una mezcla de factores. Vi la sinopsis en el cine, con Andrea. Y la sinopsis era aterradora. O lo fue, en ese momento. Andrea me dijo que ni loca me acompañaba a verla porque le daba mucho susto. Y cuando Andrea dice eso –que suele ocurrir con películas en las que salgan demonios, robots, carreras de auto, explosiones o agentes secretos- yo siento una especie de urgencia y TENGO que ver la película rápido. Así que fui con Dunga, que no quería ir, pero que al final se resistió a discutir de películas conmigo.
Ver películas por las sinopsis es una costumbre tan tonta como elegirlas mirándo las carátulas o escuchando las recomendaciones del empleado del Errols. Pero no lo puedo evitar. Quise ver “La Isla” y “I Robot” por sus sinopsis. Por suerte Andrea me llevó a ver otras. Ahora quiero ver “King Kong” y, sobretodo, “Flight Plan”, que debe ser horrorosa, pero tiene una sinopsis fantástica. Hacer sinopsis es un arte poco estudiado, pero crucial en el mundo del cine. Joe Dante, director ochentero responsable de “Gremlins” partió montando sinopsis. Uno de mis grandes orgullos, de hecho, es la sinopsis de FATALITY, que resultó mucho mejor que la película. Algunos dirán que no es mucha gracia, dada la película, pero peor sería al revés.
Sobre Emily Rose podría escribir un par de párrafos comentando errores y reflexionando sobre lo difícil que es asustar a alguien en estos cínicos tiempos, pero para qué. Espero que me hagan caso y no la vean. Y si se quieren asustar, mejor, más corto y más barato, será bajar la sinopsis.

viernes, 18 noviembre 2005

Como perro en el agua.

Filed under: Posts de la vida. — Miguel A. Labarca D. @ 11:26 am


La felicidad está hecha de cosas simples. Ayer pasé por la plaza de armas y vi un quiltro chico y feo con las patas metidas en el agua de la fuente de la plaza. Tenía la vista fija en una botella, de medio litro, plástica, de bebida vacía. No sé si alguien la había tirado o estaba ahí por descuido. Pero el quiltro la miraba alejarse hacia las aguas, más profundas, del centro de la fuente. Su mirada fija en la botella era la ambición hecha perro. Pero la quietud de su cola y el meneo de su cuerpo eran el miedo hecho perro.
Me fui a cortar el pelo y una hora después desandé mis pasos por la plaza. La felicidad hecha perro vino a mi encuentro. Mi amigo quiltro con la botella plástica en la boca, triunfante, orgulloso y estilando agua sucia.
¿Qué tan distintos somos? Ambición gratuita (la botella no se come), obstáculos imaginarios (el agua no muerde) y la satisfacción enorme de conseguir algo que no cambia casi nada las cosas (yo era el único pendiente del perro). Pero para nosotros (el quiltro y yo) todo tuvo mayor sentido desde ese momento.

jueves, 17 noviembre 2005

Peluda Promiscuidad.

Filed under: Posts de la vida.,Profesiones — Miguel A. Labarca D. @ 3:30 pm


Para mi, cortarme el pelo siempre ha sido un tema. Tengo tanto pelo y tan grueso que es imposible dejarlo crecer. Crece un poco y se convierte en un colchón que crece setenteramente hacia los lados. Cuando chico iba a la peluquería con mi papá. Un peluquero muy caballero, en las torres de tajamar, que me prestaba Condoritos y le daba sistemáticamente la razón en todo a mi papá. "Si don Miguel, tiene toda la razón, qué buen análisis de la contingencia. Que inteligente es usted, don Miguel." Esa simple disposición hace que mi papá lo adore y le siga pagando seis lucas por cortarle el poco pelo que le va quedando. Yo me fui de ahí para no volver. Como buen hijo, me dedico sistemáticamente a encontrar equivocado a mi padre; así que el bueno de Antonio tuvo que perderme como cliente. Además que llegó un punto en que los Condoritos perdieron la poca gracia que nunca tuvieron. Yo quería pedirle las Playboys que tenía en abundancia, pero una vergüenza irracional no me dejaba. No puedes pedirle una Playboy a alguien que te dice "Miguelito".
Después tuve un período de promiscuidad y abandono. Cada mes con un peluquero distinto. Hasta que encontré a Sarita y me quedé con ella. Sarita era la dueña de una peluquería en un caracol de Providencia. Cortaba realmente bien. Me hacía precio. Ponía música new age. Me hablaba de la vida. Incluso me regalaba sesiones de aromaterapia. Ponía incienso en su elefante Indio. Y me hablaba de buenas vibraciones, destinos, voluntades cósmicas. Además de peluquerías, tenían un restaurante y un negocio de importaciones. Hablo en plural, porque su marido, Canessa -un militar retirado, flaco y siempre quemado por el sol- era el yang del imperio empresarial, gastronómico-estético. Adoraba a Sarita y le ponía Stands en las ferias de belleza del parque bustamante. Sarita subía al escenario con traje de lentejuelas y hacía shows de "fantasía" con niñas de agencias de modelos. Les ponía enormes mariposas en la cabeza y ellas desfilaban. Las mariposas estaban hechas con pelos de clientes. Enormes esculturas de promiscuo pelo y kilos de laca. Una vez me quiso regalar una para Andrea, pero le agradecí mucho y le dije que no podía aceptarla. Era un especie de paraiso mensual hasta que vino el quiebre. Canessa me pidió una página web para Sarita. Me traté de correr, pero finalmente tuve que convencer a mi socio de que le hicieramos un precio, le explicáramos y comenzáramos a trabajar. Canessa nunca pagó. Tampoco le subimos la página, pero MAP ltda. perdió varias horas de trabajo y yo perdí a mi peluquera.
Así que nuevamente soy promiscuo. Rondamón, que cuida su plata, me recomendó un pasaje den centro donde cortan por luca quinientos. Es el barrio rojo de Amsterdam en peluquerías. Te paseas por el pasaje y las peluqueras te llaman desde las vitrinas. Luego te sientas y te dan opciones como "corto", "largo", "moderno" o "tradicional". Hoy me corté con Sandra. Llevaba poco en el negocio. Antes se había dedicado al control de calidad. Trabajaba con frutas, pollos y cecinas. Me dijo que no comiera nunca cecinas. Luego me contó parte de su vida. En el control de calidad ganaba bien, pero trabajaba hasta muy tarde, se ponía nerviosa y se aburría, porque era muy "monotomo". Por eso le encantaba cortar el pelo, porque podía conversar con gente distinta y lo que a ella le gustaba era eso, conversar. Y era verdad. Un corte "corto" y "tradicional" tomó una hora y media. Puede parecer divertida al comienzo, pero la promiscuidad termina siendo un problema.

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